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La Ética de las Pieles


El uso de las pieles de animales tiene su origen en las sociedades primitivas como los homo sapiens y los Neanderthales, a modo de protección para el cuerpo contra frío.

En la historia de la indumentaria, el uso de pieles reales fue símbolo de status, que empoderaba a cualquier persona que las usara.

Cerca de los años 50s se comenzaron a fabricar pieles sintéticas, hecha de polímeros acrílicos, que es en realidad un tipo de plástico.

Estos productos se crean a partir del petróleo, el carbón, el agua, el vinilo y hasta de la piedra caliza. Una mezcla térmica y química es la que involucra a la creación de estos materiales. Así, la piel sintética fue más aceptada debido a su bajo costo y a la capacidad de poder teñirla del color deseado.

En los años 60s y 70s surgen grupos de organizaciones ecologistas, en pos de los derechos de los animales. Y en 1980, bajo el slogan: "los animales no son nuestros para comer, vestir, experimentar o usar para entretenimiento", surge Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), la organización por los derechos de los animales.

Pero en la actualidad, la pregunta que nos hacemos es: ¿son las pieles sintéticas menos dañinas que las pieles reales?

Porque mientras las fibras naturales perjudican a los animales por los maltratos y causando su muerte, las fibras sintéticas, perjudican el planeta.

Según un informe elaborado en 2014 por la Comisión Europea (órgano ejecutivo, políticamente independiente, de la UE), donde se consideró el impacto sobre el cambio climático y la salud de las personas, son las pieles sintéticas más perjudiciales y nocivas al estar producidas por materiales no renovables y altamente contaminantes como el petróleo.

Lo cierto es que en la actualidad se presentan grupos de interés, por un lado los fabricante de pieles naturales, un negocio que genera 40 mil millones de dólares al año, con 117.000 empresas especializadas y que da empleo a más de un millón de personas en todo el mundo, según datos de la International Fur Trade Federation (IFTF, que representa a las distintas asociaciones y organizaciones nacionales de la industria de la piel animal), que pujan para defender sus argumentos afirmando que las pieles de animales no contaminan el medio ambiente porque son materiales renovables y naturales y mantienen bajo un estricto cuidado a los animales.

Por el lado, los fabricantes de pieles sintéticas que consideran que la fabricación es más amigable con medio ambiente por la menor cantidad de uso de energía y al comprar una prenda de estas características se está disminuyendo la compra de una piel de animal, lo que consideran un triunfo.

Y en la vereda de en frente los activistas y ecologistas que, están dispuestos a admitir que la piel falsa podría no ser tan friendly con el planeta; después de todo, no es su principal preocupación. “El problema con la piel no es el medio ambiente, sino el tema de utilizar la piel de los animales", afirma Rob Banks, activista vegano con base en Nueva York. Un punto a favor de las pieles sintéticas es que su uso comprende un porcentaje mínimo dentro de la industria de la moda.

Mientras tanto, fuentes independientes, como la Comisión Europea, todavía no han contemplado el impacto del uso de la piel de animales en los estudios de sustentabilidad, que en cambio sí miden las consecuencias de la industrialización del acrílico y de otras fibras.

Para concluir, sin una conclusión concreta, porque lo cierto es que parece bastante difícil llegar al fondo del asunto cuando todo lo que hay son estudios sesgados que han sido encargados por organizaciones relacionadas con alguno de estos grupos de interés.

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